—Cuando en la tierra surgen fuertes emanaciones de desequilibrio energético a causa de ambiciones y fanatismos que, sin medir consecuencias, quieren lograr sus objetivos, caiga quien caiga, versus otras energías, que despliegan oraciones y buenas intenciones con igual intensidad, entonces lo nuestro tiene éxito; pero en algunos momentos, los pensamientos de la mayoría no están encaminados por senderos de amor y comprensión.
La ley kármica entonces, se pone en funcionamiento y todos reciben una lección, que siempre es muy dolorosa.
Aprender desde el dolor es una consecuencia de la ambición y el deseo desordenado de la humanidad en su conjunto. Jamás podemos saber cuándo debemos actuar y cuándo no. Tampoco nos interesa; lo nuestro es trabajar en pos de una humanidad mejor y colaborar con nuestra energía para eso.
Actuamos cada vez que la desarmonía reinante nos anuncia el momento; los resultados son lo de menos, esperarlos sería ponernos en un lugar de muy poca humildad. Esto no significa que nos da lo mismo cualquier resultado; todo lo contrario, es tan grande el amor que sentimos por nuestra raza, que se intensifica cientos de veces nuestro dolor cuando ella padece. Texto extraído del libro: Caminar sobre las Aguas. Graciela Aranda.
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